lunes, 20 de junio de 2011

La cultura del esfuerzo, una cultura compartida


 Javier Alonso García. Patrono de Fundación Pioneros 

A menudo, cuando sale el debate sobre la educación, los adultos hablamos de la necesidad de desarrollar más, en niños y jóvenes, una cultura del esfuerzo. Algo que casi siempre asociamos a premios, castigos y metas, es decir a superación de niveles. Y hablamos de cosas como con cuántas asignaturas se puede pasar de curso o qué nivel es necesario alcanzar para acceder a un determinado título.
Desde nuestra visión adulta no podemos salir de este discurso propio de una sociedad competitiva que asocia esfuerzo a competitividad y enseñanza a sacrificio. Quizás sea un iluso o un utópico, pero preferiría que mudásemos un poco de valores y empezásemos a hablar del aprendizaje como placer, como disfrute y no tanto como esfuerzo o sacrificio.
Esto no significa que no debamos esforzarnos entre todos en mejorar la educación, en mejorar el mundo en que vivimos:
Los niños y jóvenes deben entender que conseguir metas (incluso la de ser más felices y mejores personas) es algo que requiere esfuerzo y que las personas que triunfan en la vida (y no me refiero a éxito económico o social, sino de éxito personal: autorrealización, felicidad…) lo hacen porque se esfuerzan y que las cosas cuestan, que casi nadie regala nada y que la suerte es algo que también se busca.
• Los padres debemos esforzarnos en dar a nuestros hijos la mejor educación, involucrarnos en el colegio o en el instituto, y ser conscientes de que la educación no solo reside en la escuela, y que nosotros somos los principales responsables de su educación.
• Los profesores deben esforzarse en ser mejores profesores, en dejar huella en cada chico, en reciclarse, en motivarles en el aprendizaje, deben apasionarse con su bello oficio y ser conscientes de la enorme responsabilidad social que les hemos otorgado.
• La Administración debe esforzarse en destinar más recursos económicos, técnicos y personales… y más inteligencia, para contribuir al progreso de la sociedad a la que sirve.
• La sociedad debe esforzarse en entender que la educación es cosa de todos, debe ser exigente con la Administración y con todos los agentes educativos y debe recuestionarse su escala de valores y qué transmitimos a los niños y jóvenes. El otro día leí una cita no sé de quién que creo que viene a cuento: “Lo importante no es qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos sino qué hijos vamos a dejar a nuestro planeta”. La verdad es que las dos cosas son importantes.
En suma, todos debemos ser muy exigentes, cuestionarnos todo, incluido el modelo educativo y social y los valores sobre los que se sustenta. Como decía un psiquiatra: “Hay gente que tiene la mente tan pequeña que no le cabe la menor duda”. Dudemos para progresar.

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