jueves, 1 de diciembre de 2016

Transferencia de la educación Montessori a las escuelas

Betzabé Lillo. Maestra de Primaria. Fundadora, directora y formadora Montessori Canela.

Cada vez más maestros, madres y padres buscan un cambio de visión tanto en sus prácticas pedagógicas como en la crianza. Esto nace de la necesidad de reencontrarse con un espacio donde podamos volver a conectarnos con la alegría de vivir, con el amor y sobretodo con nuestra vocación.

Volver a replantearnos el por qué decidimos ser maestros o por qué somos familia es tan solo el origen de un camino de desarrollo humano que puede tener diferentes respuestas. Es un acto de honestidad al reconocer todo aquello que tenemos, y todo aquello que nos falta, situándonos en un espacio de aprendizaje constante.

En este contexto en el año 2011 fui­mos invitados a III Jornadas Educati­vas organizadas con Crianza Riojana y la Universidad Popular de Logroño, para compartir la visión de la Educa­ción Montessori que hemos ido de­sarrollando como equipo desde el año 2008. Así nace nuestro vínculo con La Rioja. Continuamos en años posteriores dando ciclos que incluían sesiones sobre Neurociencia-Mon­tessori, Ambiente Preparado Físico y Psíquico, Introducción a Matemáticas y a Lenguaje (transición de Infantil a Primaria).

Nos alegró profundamente que par­ticiparan cada año tantas familias, y fue emocionante ver cómo comen­zaban a llegar maestros desde Educa­ción Infantil a Secundaria, logopedas, psicopedagogos, psicólogos y equi­pos de orientadores: entre todos co­menzamos a generar un cambio, un cambio que se traduce en lograr una mejor calidad de vida como seres hu­manos, en nuestro hogar, en nuestros contextos laborales.

Este movimiento de renovación pe­dagógica ya se inició y no se detiene, está en expansión. Los agentes socia­les que se han ido involucrando ayu­dan a crear nuevos espacios de parti­cipación para dar forma a aquello que intuyen y que estudian, a aquellas formas de aprender que los mismos niños y jóvenes les muestran día a día. Por ello durante el curso 2015-16 aceptamos la invitación de la Conse­jería de Educación de La Rioja para realizar unas sesiones de iniciación a esta pedagogía con maestros de es­cuelas públicas. Se interesaron cerca de 120 maestros. La experiencia ha sido enriquecedora, en cuanto el inte­rés y la voluntad de muchos de ellos para formar grupos de trabajo que les permitieran tomar impulso y mejorar día a día.

Una de las claves de la Educación Montessori es que para cambiar la educación es esencial un trabajo de auto observancia por parte del adulto que acompaña estos procesos pe­dagógicos. Conocernos, reconocer­nos y atrevernos a modificar aquello que en nosotros mismos no fluye, es el punto de partida para poder comprender los planteamientos filo­sóficos, científicos y metodológicos de María Montessori. No es posible generar un cambio real si nos centra­mos en un “método” y olvidamos lo central de nuestra labor: reconocer a cada niño y joven como un ser único e irrepetible, y desde allí identificar sus intereses y necesidades antes de “impartir” clases año tras año, monó­tonamente, centrados en mi “exper­ticia docente”.

El aprendizaje que se inicia desde el trabajo con “materiales”, surge gracias a la observación científica, al conocimiento de cada uno de los niños de la clase y del grupo en su totalidad. Por ello es una pedagogía que invita a “personalizar los pro­cesos educativos de cada uno”. Esto requiere de un trabajo sostenido en el tiempo para los maestros. Implica también una toma de decisiones a nivel de políticas educativas porque evidentemente no se trata tan solo de aprender un método de apren­dizaje. Comenzar a trabajar desde la esencia facilita a los maestros la trans­ferencia de la Educación Montessori a sus contextos educativos. Se requiere de un trabajo constante con los equi­pos directivos para que logren des­cubrir qué necesitan realmente sus equipos de maestros.

Hoy en día cada vez más maestros toman la decisión de replantearse la forma de hacer y vivir la escuela, un lugar donde puedan desarrollar­se profesionalmente sin olvidar su propio ser y volver a trabajar en red, de manera colaborativa para dar res­puestas reales y concretas a muchos replanteamientos sobre la escuela actual.